Principales síntomas
En general, la lechuga enferma contrasta en la parcela por su diminuto tamaño (figura 1) y su cabeza parcial. Las hojas inferiores pueden marchitarse durante las horas más calurosas del día, a veces volviéndose amarillas y necrosis durante los ataques severos.
El desarraigo de varias plantas de bajo crecimiento muestra daños en las raíces que a veces son impresionantes. Las raíces presentan lesiones amarillentas que rápidamente se tornan marrones (Figuras 2 y 3). Observamos en algunos lugares, como en el pivote, una suberización superficial y grietas longitudinales (figuras 4 y 5). También tienden a hincharse (Figura 6). Su superficie se vuelve así rugosa y agrietada; hay surcos, crestas, crestas corchosas en el sistema radicular.
El pivote suele verse muy afectado; está fuertemente suberizado y agrandado y se vuelve quebradizo (figura 7). En última instancia, solo una pequeña porción de la raíz principal y algunas raíces adventicias recién formadas a nivel de la corona permanecen en las plantas, y muchas raíces dañadas han desaparecido.
La "raíz corchosa no infecciosa", asociada con la toxicidad del nitrógeno, se caracteriza por una coloración de rosa a roja de las raíces y el cilindro central.